Hacia una mejor relación
en el aula
Carol Terán González
Indice General
INTRODUCCION……………………………………………………………........04
Naturaleza y características de la relación pedagógica………………..05.
Perspectiva psicosociológica de la relación educativa……………………..10
Status del alumno……………………………………………………………….12
La representación del interlocutor en la relación educativa…………….15
La función institucional y sociológica del profesor en la
relación educativa…………………………………………………………………………24
La función del Profesor y las condiciones institucionales y
sociológicas………………………………………………………………………25
Hacia nuevos roles del educador y de los alumnos………………………………………………………………………...…27
Funcionamiento de la
relación docente participante en el aula…………………………………………………………………………………28
El profesor, el alumno y el trajo en el aula…………………………………………………………………………………29
La comunicación entre el docente y los
alumnos……………………………………………………………………………....30
El proceso de interrelación en el aula de
clase………………………………......................................................................33
Proceso de adaptación interpersonal………………………………………....35
Dinámica de las interacciones………,…………………………………………36
Algunas normas de la interacción que
ayudarían al proceso de interacción…………………………………………………………………………38
Tipos de
interacción……………………………………………………………..39
Hacia un nuevo salón de clase participativo……………………………….42
El profesor como mediador en el proceso enseñanza-aprendizaje……44
Características del docente mediador………………………………………45
Estudiante y participante en la pedagogía de hoy…………………………………………………………………………………48
Conclusión………………………………………………………………………49
Bibliografía………………………………………………………………………52
Introducción
La interacción
profesor-alumno o relación pedagógica es uno de los ámbitos donde se requiere y
se exige la comunicación bajo la perspectiva de la inteligencia emocional para
que haya un proceso eficaz de adaptación interpersonal en tanto que supone
tener en cuenta recíprocamente las demandas de los sujetos o interlocutores
(profesor-alumno), sus necesidades cognitivas, emocionales y actitudinales, sus
expectativas, las limitaciones específicas de la situación, etc. Así como darse
cuenta o tener conciencia y evaluar el efecto que causa las conductas,
intervenciones o maneras de comunicarse como Profesor en el acto educativo,
sobre los sentimientos, pensamientos y comportamientos de los alumnos y de
estos sobre aquel. Ajustando la comunicación con ellos, al corresponder con
sensibilidad a la situación, al contexto y al individuo.
Esta conciencia del
profesor sobre la manera que realiza sus intervenciones verbales o no verbales
en la practica docente, así como leer las reacciones de los alumnos ante ellas,
le permite al docente ajustes y adaptaciones de la comunicación en la relación
pedagógica.
Para desarrollar la habilidad de comunicarse con
inteligencia emocional y asertivamente en el acto educativo es importante
precisar las conductas o intervenciones básicas que realiza un docente, para
luego establecer posibles pautas comunicacionales efectivas para ejecutarlas en
la relación pedagógica.
La relación educativa no
solamente se sitúa a nivel consciente, visible de la comunicación
interpersonal, también se desarrolla al nivel de los afectos, de los fantasmas,
por tanto sobre el registro del inconsciente.
Si bien las
comunicaciones presentan un contenido manifiesto, observable, identificable,
con relación a la posición de los interlocutores, al mismo tiempo poseen un
contenido latente, que se descubre a veces gracias a un incidente, una ruptura
en el desarrollo habitual, tal y como está previsto en el plano funcional de la
acción pedagógica. Es a veces una súbita reacción violenta del profesor,
provocado por la disipación de la clase o su mutismo, etc. Normalmente existe
un control emocional, pero otras veces los umbrales de tolerancia de la tensión
se modifican y el afecto sobreviene cuando ésta se hace inevitable. La descarga
no siempre está orientada hacia el exterior, como generalmente suele ocurrir
con afectos agresivos, sino también en otros casos se orienta hacia el
interior, con sensaciones de placer o de desagrado para los actantes en el aula
de clase de allí que surja esta investigación de tipo documental la cual tiene
como finalidad plantear la interacción docente alumno en la practica educativa
de hoy.
Naturaleza y características de la relación pedagógica
El diálogo pedagógico o educativo es el
encuentro de sujetos que se escuchan para la búsqueda de un conocimiento,
que saben intervenir para aportar su contribución y callarse
oportunamente, para conseguir el mismo fin. Este diálogo tiene
carácter asimétrico por las posiciones y las funciones de cada interlocutor en
su situación. Asimismo tiene una finalidad y está orientado por uno de los actores esenciales dentro
de dicho diálogo (el docente) quien desencadena
el proceso educativo y actúa según perciba el porvenir del alumno.
El carácter asimétrico del diálogo educativo
es inherente a la situación, aunque a veces la desimetría toma tales
proporciones que el diálogo ya no es posible. En él
el educador necesita centrarse en el alumno, aceptando las limitaciones de
su propia situación. Muestra el camino, después deja actuar al alumno ante él,
marchar, explorar; interviene para corregir el paso en falso, le guía, porque él
conoce el final de la etapa, pero le deja elegir el itinerario. La acción del educador
es temporal, su error es negarse a desnaturalizar su función por exceso de
poder o prolongarla cuando ya no es útil.
La Otra causa de la asimetría del diálogo educativo proviene de la
dimensión
temporal en que la acción del docente se ejecuta (un semestre, un año). Este
debe conocer el significado y dirección de su acción en un tiempo dado. Por el contrario el alumno es
informado de un objetivo parcial (el contenido
de la materia, sus objetivos). El docente transforma esos objetivos en contenidos declarativos, procedimentales y
actitudinales y los sitúa con una perspectiva
de largo plazo dentro del currículo. Pues él debe situar al alumno en la prospectiva de lo que puede llegar a ser
como profesional. Por tanto el educador
detenta la significación del conjunto, es él quien desencadena con sus actitudes y orienta la conducta de sus alumnos.
De su concepción del diálogo educativo y su
relación con los alumnos depende que el clima de clase sea o no un escenario
facilitador de aprendizajes significativos.
En resumen el diálogo educativo presenta un
carácter asimétrico, que resulta de la naturaleza de las funciones asumidas por
los interlocutores del sistema grupal de clase y de la dimensión temporal de la
acción educativa abierta al futuro.
Ahora bien, el diálogo educativo re viste
formas diversificadas según los ni vejes de conocimiento y según la naturaleza
y género de tratamiento de la información que el alumno debe aplicar. No
obstante el educador sigue ocupando un rol privilegiado en ser agente dinamizador
de la comunicación pedagógica, lo que hace la diferencia es la naturaleza de su
actuación. Así dentro del modelo constructivista considera que el docente debe
ser mediador, acompañante y facilitador del papel de piloto que el alumno asume
en su proceso de aprendizaje. En tal sentido lleva al alumno a caracterizar e
identificar su funcionamiento y gestión mental y aprenda a utilizarlo en su
proceso de aprendizaje. Para el educador constructivista el diálogo pedagógico
tiene por objeto explicitar al alumno el contenido o información de lo que va a
hacer; los medios que él utiliza para hacerlo correctamente (el contenido
procedimental o habilidades) y las actitudes para sustentarlo, que le permita
provocar intercambios cooperativos con sus compañeros además de evocar otros
itinerarios posibles para alcanzar el objetivo de aprendizaje. Es decir el
docente y sus alumnos en su acción comunicativa dentro del sistema grupal de
clase tienen conciencia de: qué es lo que quieren comunicar, a quién, cómo,
dónde, cuándo y por qué.
Pues no se trata de un simple apoyo técnico,
que se reduciría a ver cómo se puede adaptar un mensaje cognitivo a las
características del receptor, se trata más bien de acoger a la alumno como
persona en su originalidad para caminar junto a él. En consecuencia el diálogo
pedagógico es un movimiento hacia el otro, para ayudarle a tomar por sí mismo
su propia formación y crecimiento. Donde el educador se asigna como fin el
hacer posible el surgimiento de otro ofreciéndoles los medios de desarrollar su
potencial sin esperar reconocimiento. (Meirieu, 1991, 2000:119).
La relación o diálogo educativo es el
reencuentro de dos actores, donde es importante la calidad de la acogida del alumno
por e! docente: la calidad del
reencuentro del profesor-alumno debe ser un testimonio tanto de respeto
recíproco como de lazos afectivos que los unan, compromete e induce también la
atmósfera en la cual se desarrollan y viven el
que escucha no es uno más, al que debemos mostrar que él no es solamente un
escolar, reductible a ese simple status, sino una persona global, por la que el
papel de alumno es uno más de los que tiene, pero no el único. Le confirmamos
al mismo tiempo que nos interesa, que existe, que es reconocido como sujeto
único..." (Mougniotte, 1993)
Se trata de hacer que los contenidos y
actividades que propone la escuela tengan sentido para el sujeto y cuya
creencia transforme y modifique las relaciones con el mundo y estas con él. Es
ayudarle a construir en tanto que sujeto que conoce y se forma a sí mismo, en
cuanto persona que reacciona.
El alumno da sentido a su trabajo, sus
saberes, sus aprendizajes a partir de un conjunto de valores y de
representaciones (creencias) en situación de interacción y de relaciones. Por
supuesto, el sentido no depende más que en parte de la relación intelectual y
afectiva de base entre el aprendiz y el docente, pues depende de aquello que
ocurre aquí y ahora. También se construye en la conversación, en la forma de
presentar las cosas, de dar lugar al otro, de tener en cuenta, de negociar. El
alumno cuenta con el sentido de justicia del docente en las atribuciones de la
recompensa basada en los méritos, lo cual le asegura su cooperación. Buscan en
el docente un experto, que conoce su oficio, que sabe animar al grupo, hacerle
progresar. Desean tener un profesor que sepa comprenderlos, amarlos y
entusiasmarlos.
Bradford estudia el aspecto contractual de la
relación pedagógica en términos de percepción y de utilización de recursos de
cada uno de los actores.
- Recursos del alumno: residen en un saber
adquirido, sus experiencias personales, y varían en función de las
representaciones o creencias de sus necesidades de aprender, de desarrollarse,
de cambiar, de lo que espera de la vida en la clase, de la ayuda que puede
recibir. Según su concepción del aprendizaje, unida a su experiencia pasada,
espera ser nutrido o participar activamente, según lo que piensa de sus propios
recursos, de los del profesor, de los demás alumnos, percibe el género de ayuda
que le es necesaria.
- Recursos
del profesor: están constituidos por sus conocimientos, por el contenido de su
enseñanza y por sus actitudes relaciónales.
El
alumno es particularmente sensible a sí ¿el profesor está atento a los
problemas del grupo y si interviene para resolverlos? ¿Tiene conciencia de sus
propias motivaciones, de sus deseos y de su repercusión sobre el proceso de
aprendizaje del alumno? ¿Hasta que punto lo deja ser autónomo o sea dependiente
de él? ¿Se siente amenazado y bloquea toda posibilidad de modificar el equilibrio
establecido? ¿Cuál es su capacidad de aceptar el alumno como persona?
Según
como el docente y el alumno tengan o no confianza en sus recursos recíprocos,
según como los perciban o incluso los deformen, el juego de la transacción se
hace más o menos bien.
La
relación entre un alumno y el docente es buena cuando tiene: 1. Sinceridad o
transparencia , para que cada uno sea capaz de arriesgarse a ser directo y
sincero con el otro; 2. Interés, cuando cada uno sabe que es valorado por el
otro; 3.Interdependencia entre uno y otro; 4.Individualidad para permitirle al
otro que madure y desarrolle su originalidad, creatividad e individualidad;
5.Satisfacción recíproca de las necesidades para que las necesidades de uno no
se satisfagan a expensas de las necesidades del otro. (Cordón. 1998).
. Perspectiva
psicosociológica de la relación
educativa
El
análisis psicosociológico de la relación educativa examina las relaciones entre
las condiciones de la situación educativa y los comportamientos de los sujetos que
están presentes por el hecho de su status y su rol.
En
este sentido resulta importante estudiar las representaciones (creencias) que
rigen los comportamientos. Todo comportamiento supone una organización,
articulación y coordinación de las conductas, siendo éstas el resultado: de una
percepción de las exigencias de la situación, de la categorización de los
demás, y de la atribución al otro de una cierta intención en la interacción. En
consecuencia resulta pertinente caracterizar ¿cómo se perciben los interlocutores
presentes en la relación educativa? ¿Cuáles son los determinantes socio-afectivas
de su percepción? ¿Sobre que aspectos socio-cognitivos fundan sus modalidades
de intervención en la interacción?
La palabra STATUS es utilizada para designar:
el puesto que un individuo ocupa en un sistema específico en un determinado
momento. .Esta posición es relativa y solo se define con relación a otras
posiciones. El mismo individuo posee varios status a la vez, según los sistemas
en que participa. En el momento en que el individuo actúa uno de sus status se
actualiza, mientras que los demás quedan latentes.
El ROL es el papel o tipo de conducta
requerida o esperada en un individuo que ocupa una cierta posición en un
sistema de relaciones
Para el estudio de la relación educativa la
noción de STATUS da cuenta:
• De
las posiciones respectivas del profesor y del alumno
• De la
perspectiva activa que permite entender:
Los modos de jerarquización que se
manifiestan en la relación educativa las
distancias diversas que son introducidas en la comunicación dentro del espacio
pedagógico y los aspectos diferenciales
en la relación educativa.
Autoridad
es ligada a los roles que desempeña en las relaciones Y no es algo establecido
previamente
La
autoridad moral e intelectual (su legitimidad) no la impone, la demuestra y la
pone al servicio del alumno el profesor esta siempre al pendiente.
Status del alumno
• Es
diverso horizontal (por las diferentes ramas) y verticalmente (por los niveles
del conocimiento).Sistemáticamente están clasificados según la edad, según el
establecimiento, el tipo de clase que frecuentan, la formación que reciben
• Es
transitorio pues se desplazan en la en la organización escolar cada año
• Su
status formal es la posición en el grupo de clase determinado por los juicios y
criterios del profesor sobre su trabajo, su éxito en las tareas, sus méritos
seriedad, etc.
• Su
status informal, reconocido por el grupo, resulta de las apreciaciones
subjetivas formuladas por sus iguales y provienen del juego de simpatías,
afinidades o rechazos manifiestos en el grupo
• El
status depende del establecimiento de estereotipos sobre el alumno, así el sexo del alumno, conlleva a
comportamientos diferenciados de los profesores si es varón o hembra.
Algunos
investigadores como Gilly M.(,2000) han demostrado hasta que punto el status
escolar de un alumno puede influenciar su toma de conciencia de sí mismo o
autoconcepto. El alumno se atribuye ciertas cualidades, insuficiencias o defectos, en
función de la forma en que se siente percibido por sus profesores y por sus
compañeros y en función de sus actitudes respecto a él. Pues estos tienen una
representación del alumno formada por el conocimiento que tienen de su status
escolar. Esta influencia puede conducir al' 'mal estudiante" a
subestimarse y al "buen alumno" a sobreestimarse.
No
obstante el alumno tiene una imagen de su status y una representación de los
mecanismos que le han conducido a esa posición. Así por un proceso de
atribución causal de su conducta; investiga las causas de su comportamiento, lo
interpreta, da sentido a los acontecimientos que está confrontando. En tal
sentido, en la situación escolar el alumno atribuye responsabilidad de su éxito
o fracaso a sí mismo (capacidades, competencias o incompetencias, descuido, etc.),
admitiendo su responsabilidad a una causalidad interna, o bien atribuye a
factores externos o del ambiente social (el azar, la suerte, los profesores, la
dificultad de la tarea, etc.) los causantes de su éxito o su fracaso.
A
estas conductas de internalidad o externalidad que presente el alumno, tiene un
peso contundente en su rendimiento escolar, pues según sea interno o externo se
resigna o no a su estado, o bien por el contrario quiere conquistar un nuevo y
mejor status. Al respecto resulta importante señalar las siguientes preguntas,
cuyas respuestas servirán de indicadores para saber el estilo conductual
asumido:
¿A qué le atribuye el alumno el éxito o el
fracaso en la tarea escolar?
* A la dificultad de la tarea
*A la incompetencia del profesor
*Piensa y cree que haga lo que haga no va a
salir bien, pues depende del profesor.
A la deficiencia en las competencias de
desempeño, indisciplina
A su esfuerzo o a su poca dedicación. Piensa
y cree que si se esfuerza y estudia puede controlar la situación y salir bien.
También
hay que tomar en cuenta que el Profesor
tiene un patrón de atribución sobre el éxito o fracaso de sus alumnos muy importante,
en los mismos. En tal sentido no se sienten nunca responsables por el
rendimiento o proceso de aprendizaje del alumno, pues piensa que todo obedece a
un problema de esfuerzo y de base formativa que el no puede subsanar, lo cual
hace que no revise sus estrategias de enseñanza, sus habilidades
socioemocionales para la facilitación que tiene efectos indiscutibles en el
aprendizaje eficaz.
El
profesor no es consciente siempre de la estructura que introduce él en su
clase, cuando jerarquiza a los alumnos según criterios de éxito. El éxito o el
fracaso en los ejercicios escolares determinan posiciones en el interior de la
clase, reconocidas por los mismos alumnos. Día a día la imagen que el enseñante
da del alumno se va reforzando, pues su percepción sobre el alumno determina
sus modos de relacionarse y comunicase con él. Así el espacio pedagógico
refleja el juego de distancias provenientes del status, el alumno mismo toma
distancia del profesor para protegerse.
En
la enseñanza tradicional el profesor puede, por el juego del status, favorecer
la emulación, pero también puede volver a hacer rígida la imagen que sus
alumnos tienen de su compañero y encerrarlo en un estereotipo y etiquetarlo, lo
cual hace difícil su evolución pues el Profesor no le ofrece posibilidades de
crearse otro status sobre la base de redefinir sus roles dentro del grupo. En
tal actitud se observa los frenos que provienen de la representación que el
educador tiene de su interlocutor o compañero (el alumno) en la relación
pedagógica.
La representación del interlocutor en la relación educativa
El
término "representación" hace alusión al modo de aprehensión de un
objeto social determinado por un sujeto o un grupo de sujetos. .Moscovici y
Herzlich (c.p.Postic:73) señalan que la representación es la organización
significativa de los elementos de una situación que cumple una función
específica. Es una construcción mental del objeto que se relaciona con la
organización que de los elementos de la situación o de los sujetos hace el
observador. La representación mental ofrece un aspecto estructural y es posible
dar cuenta de ella ateniéndose al lenguaje, a las metáforas utilizadas,
analizando el contenido y la organización de ese contenido. Así en la relación
educativa juega papel importante:
La
representación del alumno en el profesor y la de este en el alumno así como la
categorización y expectativas del profesor sobre el alumno
La
representación del alumno en el Profesor y la del Profesor en el alumno
Las
investigaciones más recientes se inclinan a determinar la función de las
representaciones en las conductas y captar el mecanismo causal en la aparición
de comportamientos. En el caso de la relación educativa se enriquece por los
análisis que partiendo de la observación, se remontan al origen de las
conductas. Pues en la comunicación que establece con los alumnos el Profesor, opera
sistemáticamente una discriminación entre ellos cuando se les interroga sobre
una situación. Al respecto los trabajos de Michel Gillly, aportan una
importante contribución al conocimiento de los determinantes de la conducta de
los interlocutores (profesor-alumno) en la relación educativa. (Marcel Postic,
2000:74)
Gilly
siguiendo un método directivo propone a los sujetos una muestra de variables
para que ellos construyan su presentación. Por ejemplo en un cuestionario
solicita al profesor estimaciones referentes a veintiséis valores de la persona
del alumno, valores cognitivos, morales, sociales, físicos (amabilidad,
simpatía hacia el docente, atención, autonomía, madurez, inteligencia, apertura
social, control de sí mismo,etc)
El
análisis muestra que cuando el alumno es juzgado favorablemente desde el punto
de vista de las características de las cuales depende su éxito escolar, es
objeto de una percepción general favorable que se extiende a todo un conjunto
de valores de tipo socioafectivo. Dándose así el llamado "efecto de
halo" que se refiere a una tendencia a estar influenciado por una
impresión general para describir diferentes características de un mismo sujeto.
En
consecuencia la percepción o representación que el docente asume de su alumno
está influenciada por el status escolar o nivel académico que él estima ha
alcanzado el alumno. Es decir construye su representación del alumno a partir
de su expectativa de resultados escolares en función de los cuales lo juzga
bien o mal. Por tanto el status escolar predomina sobre el status sociofamiliar
del alumno, este solo interviene para matizar ligeramente las diferencias entre
los alumnos que tienen éxito y los que no lo tienen.
A
pesar de estereotipos que se refieren al entorno sociofamiliar del alumno, el
profesor concede prioridad al criterio de éxito escolar, a las informaciones
que provienen de las observaciones directas, de los comportamientos y de las
producciones del alumno en clase.
Los
resultados experimentales obtenidos por Gilly lo llevan a plantear que para
modificar experimentalmente la representación y las expectativas que el
profesor tiene de su alumno, es preciso que inicialmente la representación
lleve consigo un mínimo de ambigüedad o de incertidumbre.
Hay
diferencias en cuanto a la naturaleza del tipo de las representaciones
esenciales que se encuentran en el Profesor y las que predominan en los
alumnos. Mientras que el Profesor privilegia en su representación los aspectos
cognitivos y las actitudes morales de la personalidad del alumno frente al
trabajo escolar y deja en segundo plano las cualidades afectivas y
relaciónales, el alumno por el contrario, concede más importancia a las
cualidades humanas y relaciónales del enseñante (comprensión, amabilidad,
actitudes y comportamientos que favorecen la individualización de las
relaciones y animan al alumno a tomar la iniciativa; el reconocerlo como
persona lo reafirma , etc.) que las cualidades vinculadas a lo técnico
pedagógico, no siendo estas dejadas de lado sino de orden de figuración, pues
son más tomadas en cuenta que si comparamos el interés dado por el común de los
Profesores a las cualidades socioafectivas del alumno.
Los
resultados de las investigaciones demuestran que la relación educativa o
pedagógica es vivida de una manera contradictoria por los interlocutores y que
los alumnos a menudo quedan frustrados en su demanda afectiva. Además mientras
las necesidades de los alumnos pueden expresarse en términos objetivos, sus
expectativas son subjetivas, porque corresponden al deseo de que el profesor lo
confirme y reconozca como persona.
En
palabras de la teoría del intercambio, el profesor se encuentra en la posición
de garantizar que obtiene buenos beneficios de la interacción (más
remuneraciones que costes) en tanto los alumno suelen quedar en posición de
pérdida neta (los costes exceden a las remuneraciones).(Hargreaves, 1986)
En
tal sentido el profesor debe subvertir la categorización simple que hace de los
alumnos, para intentar comprender su originalidad, descentrándose y percibiendo
cómo aparece la situación pedagógica para el alumno.
*Categorización y expectativas del Profesor
sobre el alumno
El
proceso de categorización del otro consiste en atribuirle ciertas
características y conferirle una identidad social sobre la base de su
pertenencia a ciertas categorías sociales y físicas, como son raza, sexo,
status socioeconómico o clase social, incapacidades físicas, etc. Se trata, en
efecto, de una interpretación del medio social influenciada por el sistema de
valores y creencias de la persona.
La
categorización obedece a la necesidad que experimenta todo individuo de
estructurar su entorno físico y social con el fin de situarse y de orientarse
en una situación dada, pero toma la forma de una evaluación con resonancias
emocionales particularmente intensas. La categorización de las personas y de
las situaciones sociales a menudo conduce aun proceso de simplificación
dicotómica, bueno o malo, incluso de estereotipo.
En
la relación educativa se ha comprobado la importancia contundente que la
categorización del alumno por el Profesor (sus creencias) tiene sobre la
naturaleza, historia y dinámica de la relación entre ellos. Si en la
representación que tiene el profesor del alumno predomina categorizaciones o
creencias limitadoras de fatalidad, de rigidez, debido a una categorización
estricta, inmutable, todo intercambio, toda cooperación se hace imposible. Pues
categorizar rígidamente a un alumno es negarle de antemano el acceso a otro
estado de aquel en que se encuentra encerrado, es, para el profesor, apartarse
voluntariamente de él y condenarle a resignarse o a rebelarse. Por el
contrario, captar lo que es potencial en el alumno, descubrir la fuerza que
podrá desarrollarse en él, son las únicas conductas que prueban y confirman que
se respeta su libertad y que se tiene fe y confianza en él y en la educación.
Para lo cual se hace indispensable el cultivo y desarrollo de creencias
capacitadoras sobre la tarea docente y sobre sus interlocutores que son sus
alumnos. De la percepción que el docente tenga del alumno depende el tipo de
conducta adoptado por el docente.
En
la relación educativa y específicamente en el juicio o evaluación que hace el
Profesor de su alumno incide una serie de distorsiones perceptivas basadas en
las categorizaciones rígidas sobre su status escolar, generando una
sobrestimación o infravaloración deformando su verdadera trayectoria. En
consecuencia cuando se observa de una manera continua los comportamientos del
Profesor en clase, se deduce sus intervenciones frente a los alumnos está
regida por el status escolar del alumno, por ejemplo, a menudo cuando realiza
una pregunta el profesor de seguidas mira a los mejores alumnos; cuando se
desplaza en dirección a los alumnos para corregir la tarea, siempre se dirige a
los más débiles para emitir juicios desfavorables, y hacia los mejores para
estimularlos con apreciaciones positivas.
Los
trabajos más conocidos que se refieren a la aprehensión del alumno por el
profesor son los de Robert Rosenthal y Lenore Jacobson que se conoce como
"Efecto Pigmalión", que consiste en que el tipo de expectativas
(Favorables o negativas) que el Profesor crea frente al alumno incidirá en el
rendimiento y en la relación con el alumno. Pues la expectativa o
categorización conduce al profesor a seguir con más interés al alumno, a
ocuparse de él, y éste sintiéndose objeto de atención, de deferencia, se
conduce en el mismo sentido de las expectativas de aquel.
En
el establecimiento de la expectativa hay aspectos narcisistas, el educador se
refleja a sí mismo. La información exterior debe ser aceptada, en virtud de un
sistema de referencia en el que se cree. Además el profesor experimenta la
satisfacción intelectual de obtener con tal alumno resultados que corresponden a sus
expectativas personales, que le confirman su convicción de ser un "buen
profesor", por el contrario se aparta y fustiga al alumno que le da un
reflejo desfavorable de sí mismo.
En
este proceso de categorización el profesor debe precaverse contra dos riesgos.
El primero lo constituye el mismo proceso de categorización y el segundo
estriba en la comunicación del elemento predictivo de la categorización, con su
potencialidad para estimular la predicción de autorrealización (profecía
autocumplida). Otro peligro importante de la categorización radica en que una
vez que el profesor ha categorizado un alumno suele resistirse a cambiar o
revisar la categorización. Lo cual es explicable, solo que necesita
flexibilidad para lograr modificar la categorización puede facilitar cúmulos de
datos correctores que modifiquen la nueva información que parece incongruente
con el concepto que tiene del alumno. Pues cuando el alumno se manifiesta
"fuera de categoría" la reacción del profesor puede impedir el
proceso de cambio que, de modo superficial se muestra ansioso de promover. Y
nada resulta más devastador para un alumno con déficits que descubrir que,
cuando responde al llamado del profesor para que cambie, sus esfuerzos se
acogen con recelo e incredulidad, concluyendo, no sin razón, que no merece la
pena esforzarse, puesto que nunca será ganador.
Muchas
veces el comportamiento del profesor hacia el alumno crea un "doble
vínculo", circunstancia que surge cuando se entrega a una persona un
mensaje con dos elementos, uno de los cuales niega al otro, de modo que la
respuesta se hace difícil o imposible. En esta materia los docentes suelen ser
muy hábiles, así anima a un alumno que va realizando pequeños progresos en el
trabajo asiduo y a la vez insinúa que acaso no merezca la pena esforzarse. O
autoriza verbalmente a otro alumno para que haga una actividad mientras que
indica a otro que si lo hace incurrirá en una desaprobación.
Este
tema de las expectativas del profesor resulta de gran importancia discutirlo,
al respecto se han explorado varios campos de investigación. El primero
corresponde a la vertiente sociológica. Se trataría de limitar de una manera
diferencial, las expectativas que los educadores manifiestan hacia sus alumnos
de medios socioculturales desfavorecidos o vulnerables, en función de la
representación y/o categorización que hacen de su status socioeconómico, lo
cual lo lleva a tener bajas expectativas sobre él y tener un trato
descriminatorio y por ende no motivarlo e impulsarlo a mejorar. Por el
contrario se constata el hecho con respecto a los alumnos de un status más
elevado el educador espera de ellos un nivel de alto rendimiento y no les
perdona no estar a la altura que ellos estiman pero esto hace que los impulsen
y motiven para ser cada vez mejor.
En
tal caso no se les pide la misma conducta a todos los alumnos, varía según el
juicio inicial que se tenga de cada uno de ellos, Así los resultados esperados
por el profesor difieren en calidad y cantidad. Esto ha conducido a opiniones
diversas de los educadores respecto al empleo de métodos pedagógicos
diferenciados, unos tradicionales y otros de carácter compensatorio.
El
segundo campo de investigación es la vertiente psicosociológica. Se ponen
etiquetas a los alumnos al entrar en la escolaridad, según el status de la
familia y según el criterio de los resultados escolares esperados con relación
a ese status. Etiqueta que es transmitida y presenta el efecto de refuerzo de
nivel en nivel. Por tanto la representación que se tiene de los estratos más
desfavorecidos los califica para ser sometidos a las llamadas pedagogías de
compensación, cuyos objetivos y planes pedagógicos corresponden a expectativas
pesimistas sobre las posibilidades de los alumnos. Así, por un proceso de
causalidad circular, la mediocridad de de los resultados escolares siguen
manteniéndose y por tanto la representación y/o categorización de los alumnos
de dichos estratos se ratifica. Negándoles la oportunidad de mejorar y crecer
a través de un proceso educativo de calidad que les permita tener acceso real a
los códigos. Socioculturales vigentes y hacerse socialmente válidos)
Por
otra parte se constata en la realidad como la influencia que tiene la categorización
y/o expectativas del profesor sobre el alumno es de gran contundencia en
algunas oportunidades en la que alumnos sobre los que pesaba apreciaciones
desfavorables, reforzadas por un "efecto halo" de grupo en los profesores,
no han podido ponerse a trabajar y obtener buenos resultados, hasta tanto han
cambiado de espacio pedagógico o en otros casos
han abandonado sus estudios. Pues el docente se apoya más a menudo en
las informaciones negativas previas sobre el alumno para reforzarlas en lugar
de recoger dichas informaciones para encontrar que forma de ayuda pueda proporcionar
al alumno para que mejore.
En
tal sentido se considera el área de las representaciones (creencias) y
expectativas del docente uno de los campos esenciales (entre otros) a
intervenir para orientar la formación de los profesores hacia un cambio de
actitudes que lo refuercen en su papel de facilitador de aprendizajes
significativos.
En
el transcurso de las interacciones entre profesor y alumno se produce
furtivamente un juego de confirmación del juicio inicial y reiteración de las
expectativas, de aquí viene una actitud diferencial del educador con relación a
sus alumnos y comportamientos diferenciales según la percepción que tiene cada
uno de ellos. No obstante es por el reconocimiento de lo que distingue a cada
alumno de los demás y en el respeto a la diferencia como puede surgir una acción
educativa en profundidad. Lo cual depende en parte del paradigma o concepción
que tenga el educador de su propia función o tarea
La función institucional y sociológica del profesor en la
relación educativa
El contexto institucional y sociológico
fija los objetivos generales de la educación, es decir los resultados que hay
que alcanzar. Por tanto cuando se menciona la "competencia", "la
eficacia" del educador parece referirse a valores sociales, puesto que se
entiende por estas palabras el efecto del educador sobre la realización de un
objetivo educativo, definido en términos de características, de comportamientos
deseados en el alumno y hábitos de acción.
El
concepto de competencia pedagógica es multidimensional y relativo al contexto
sociológico. En tal sentido existen modelos culturales del rol del educador, al
que la sociedad asigna actitudes y comportamientos específicos. Por eso el
estudio de su rol es posible por las exigencias de la organización escolar y de
las, normas de comportamiento que se esperan de él.
En el estudio de la relación
educativa es interesante examinar la función prescrita del educador por la
Institución, señalando el contenido de las normas e instrucciones oficiales, de
los programas, etc. Y desde el punto de vista psicosociológico, analizar las
funciones que asume realmente, observando sistemáticamente sus intervenciones
verbales y no verbales en el acto pedagógico, que provocan, mantienen y
controlan la comunicación con sus alumnos con el fin de llegar a objetivos
precisos.
La función del Profesor y las condiciones institucionales y
sociológicas
En
términos sociológicos el educador aparece como el agente de transmisión del
modelo cultural vigente de una sociedad; el instrumento de selección social en
un sistema jerarquizado. Su función no es únicamente instrumental en términos
de ser solo informador de saberes y técnicas; su función es también simbólica,
porque se refiere a finalidades, valores, actitudes y a imagen de una sociedad.
El
educador asume su función en nombre de la sociedad instituida, pero como ésta
es el signo de conflictos entre fuerzas opuestas, se encuentra situado en el
centro de las presiones ejercidas por proyectos contradictorios. Así establece
la relación educativa en un marco estabilizado por la institución escolar,
concebido para integrar a los jóvenes en un sistema social, que tiene por tarea
transformar las relaciones humanas y ser un agente de progreso, iniciando al
alumno en nuevos métodos e ideas, con el fin de que llegue a ser el artífice de
los cambios o al menos sea capaz de adaptarse a ellos. Estas contradicciones
colocan al educador en una posición conflictiva, apresado por una parte en la
ideología oficial y las exigencias sociales y sus valores y motivaciones
personales por otra.
De
igual manera las prescripciones de los roles que se refieren al educador, no
solo provienen de la Institución escolar, sino también de los padres, de los
alumnos y de los diversos actores sociales en general, que formulan juicios de
valor sobre lo que se debe hacer, sobre lo que se debe considerar como bien o
mal. En tanto el peso y el valor social la función del educador, está
determinada por el sistema social en que es ejercida y no puede ser modificada
más que por cambios en las diversas partes del sistema, como producto de
innovaciones en la organización escolar. Cambios que tienen efectos sobre las
prácticas obvias del profesor más que sobre sus comportamientos esenciales.
No
obstante la evolución de las estructuras sociales ejerce una influencia
fundamental sobre los cambios de la concepción o exigencias en la función del
educador. Al respecto Postic (2000) destaca los planteamientos de Bryan Wilson
en una investigación sobre Gran Bretaña, pero que resultan pertinentes
generalizarlo. Según él, el educador se ha convertido en un selector social que
prepara a los individuos para manifestar las capacidades y conocimientos sobre
los cuales opera la demanda social. Igualmente el educador ha tomado la
responsabilidad de la preparación del rol social alumno. Su función se ha
extendido a una función afectiva. Dado el debilitamiento del rol de Ja familia
a causa de la separación de las generaciones y de las divergencias de valores,
el contexto afectivo, necesario al individuo para acceder al sentido de la
identidad, solo puede ser encontrado en la relación educativa. Pues es el
educador el que ofrece la posibilidad al joven de comprometerse en actividades,
tomar riesgos y conquistar su autonomía y determinación personal.
Hacia nuevos roles del educador y de los alumnos
El
educador es en efecto, el mediador entre el mundo social actual y el alumno, es
quien le ayuda a acceder a la herencia cultural. Pero experimenta una
competencia cada vez más fuerte de los medios de comunicación, de las
organizaciones extraescolares y de los grupos de iguales que hace compleja la
tarea educativa. Si finge ignorar esta realidad, se mueve en un mundo
artificial y sus relaciones con los alumnos no tendrán fuerza y seguirán siendo
superficiales.
Por
lo tanto el rol del educador es fundamental, corresponde a él desmitificar
imágenes, efectuar aproximaciones a los hechos, clasificarlos, situarlos en una
perspectiva histórica y extraer su significación. Su rol es menos el de ser
dispensador de información y del saber y más organizador y facilitador del
aprendizaje.
Ahora
bien, la evolución de la función educativa y del estilo de relación pedagógica,
se da en una crisis profunda que afecta a los alumnos, a los padres y sobre
todo a los profesores.
Los
cuales manifiestan abiertamente signos de malestar en medio de la aplicación de
nuevos y novedosos métodos pedagógicos. Para los alumnos existen dificultades y
las manifiestan en advertir la preparación deficiente de algunos docentes y el
hecho de que sus profesores ya no son modelos a seguir que admiran y respetan,
etc. Para los profesores, entre los malestares más notorios encontramos el
desinterés de los alumnos por lo que se les enseña, porque no ven su utilidad;
las clases demasiado numerosas y heterogéneas; el tiempo prescripto para cubrir
el programa y preparar exámenes; el impacto de la cultura de masas que ha
destruido en los alumnos el gusto por el trabajo y el esfuerzo intelectual,
etc.
Sin
embargo a pesar de todo esto, las causas profundas del malestar de los
educadores no pueden atribuirse prioritariamente a las preocupaciones
pedagógicas, pues aún cuando la ausencia de modelos de referencia, el origen
del malestar está en otra parte. En la sociedad actual el rol del educador se
transforma, pero resulta menos fácil de delimitar porque su acción sobrepasa el
marco de la escuela y porque concierne a conflictos de valores.
De
esta forma el educador se encuentra atrapado en una red de contradicciones. Le
es confiado un rol por la institución, pero la demanda implícita que le es
dirigida por los miembros de la sociedad supera ese rol. Asimismo no conceden
importancia a las condiciones en que se da su acción, pues dichas condiciones
no corresponden a las que deberían existir para ejercer tan diversos y amplios
roles que se le exigen.
Funcionamiento de la relación docente participante en el aula
Resulta
ilusorio estudiar la relación educativa restringiéndola a las relaciones entre
profesor y alumno. En la vida de la clase se encuentra presentes un conjunto de
factores que actúan sobre el acto pedagógico y por ende sobre la relación
educativa.
De
tal manera la relación del maestro y los alumnos está afectada por la presencia
activa del grupo de iguales tanto como por el tipo de intervención o modos de
comunicación del profesor. Generándose así un proceso de interacción con sus
particularidades especificas. Las expectativas, los juicios que influencian la
relación educativa provienen tanto del profesor como también del grupo de
iguales; el comportamiento del alumno está determinado tanto por lo que él
percibe del educador como lo que percibe de sus compañeros. Cada alumno mide la
importancia que los demás le conceden en un determinado rol, en una situación
particular.
El profesor, el alumno y el trajo en el aula
El
grupo de clase, es un grupo formal de trabajo, organizado para permitir un
proceso educativo, cuyo funcionamiento lo garantiza un cierto número de reglas.
Se compone de los alumnos (grupo de iguales) y el profesor. No obstante es
quizás la estructura informal -que espontáneamente se da en el grupo de
alumnos- la que caracteriza al grupo-clase, con sus reglas propias para regir
la integración de los sujetos, la coordinación de /os roles, las relaciones con
el docente.
Cada alumno se sitúa en relación al profesor
y con relación a sus iguales. Su relación con el docente nunca es una
verdadera relación cara a cara, porque el tercero (el
grupo de iguales) aunque silencioso, actúa por su presencia. Es de un modo
informal, en los grupos de iguales, en que las personas conoce sus roles
importantes, aprende ajustar necesidades, sus demandas al comportamiento
de los demás; modela conductas, etc.
Los alumnos en la relación educativa es
atraído por dos influencias: la del docente y la de sus iguales.
Según su edad, según el nivel educativo, según la presión de los
valores, según el atractivo de lo que ofrece el docente, adopta uno u otro de los
modelos ofrecidos.
La estructura social del grupo de la clase
proviene del encuentro entre la configuración formal que surge
de los juicios del profesor y la configuración informal nacida
del grupo de iguales.
En cada clase, a cada nivel, según las
interacciones en marcha entre el docente y el grupo de la
clase, en el grupo de la clase mismo, se operan desplazamientos
de valores para cada alumno.
La comunicación
entre el docente y los alumnos
Si se considera la clase como
un microsistema social, se le puede analizar desde diferentes
perspectivas: *por sus instituciones internas y la correspondencia
con la institución escolar; *por las relaciones que el sistema mantiene con el
exterior y *por su estructura de relaciones interindividuales o pautas
transaccionales de sus miembros.
En este caso este análisis se
centra en esta última, en la de las interacciones que permiten buscar lo que ocurre a nivel operativo (preguntas del docente, del
alumno, respuestas del alumno, intervenciones espontáneas, etc) y a nivel latente gracias a las
expresiones afectivas (inquietud, interés, desinterés,
afectividad, agresividad, etc.). Deduce la red de comunicación, definida por el
circuito de las comunicaciones organizadas, lo cual viene a movilizar y
condicionar la estructura del grupo o sistema de relaciones o pautas
transaccionales entre sus miembros. Siendo la comunicación o interacción entre
ellos una variable esencial de cualquier sistema humano, que da orden, pone en
funcionamiento, promueve el crecimiento, determina la evolución, la
productividad de sus subsistemas, los cambios dentro del mismo y promueve el
intercambio de información. Donde la comunicación genera la energía que da
orden al sistema: la información.
La comunicación abarca toda la
amplia gama de formas en que las personas intercambian información; incluye la
información que proporcionan y reciben y la manera en que ésta se utiliza.
Comprende el sentido que las personas imparten a esta información y existe cada
vez que un organismo vivo, actúa sobre otro modificándolo o bien modificando su
acción a partir de la transmisión de aquella. En consecuencia' la comunicación
resulta el factor más importante que determina el tipo de relaciones que se
tiene con los demás y lo que le suceda en el mundo que lo rodea."
(Virginia Satir. 1978: 30)
La Comunicación es intercambio
de signos, de símbolos, de relaciones de influencia, de procesos cognoscitivos
y afectivos. En efecto, la comunicación interpersonal e intrapersonal
constituye un componente esencial del proceso grupal en tanto expresa la suma
de las interacciones o relaciones que se dan en un grupo es decir "la
comunicación reside en el núcleo del proceso grupal" (Shaw M. 1976).
Constituyéndose así un proceso vital para intervenir y producir cambios
esenciales en el grupo como sistema y por ende en el crecimiento y desarrollo
efectivo de los miembros o personas dentro de los grupos.
Toda conducta es comunicación,
es imposible entonces, no comunicar. La comunicación en el grupo se expresa o
evidencia a través de las interacciones o conductas de intercambio
interpersonal entre sus miembros, a través de las cuales se crea y construye
"el producto grupal". Asimismo dichas interacciones determinan la
calidad o naturaleza de la productividad grupal que no es más que, la capacidad
o grado de producción grupal o generación de resultados por unidad o calidad de
las interacciones entre sus miembros.
La productividad grupal puede obviamente ser, de baja o alta calidad,
pues siempre se tendrán resultados, sólo que más o menos favorables. Por tanto
es posible hablar de baja o alta productividad grupal. Esta última medida en
términos de la existencia en el grupo de elevados grados de cohesión; mayor
interacción social eficaz o relaciones interpersonales positivas (relaciones
asertivas de cordialidad, cooperación, confianza, intimidad o auto-revelación,
respeto, aceptación etc.); liderazgo eficaz; crecimiento psicológico y mayor
satisfacción de sus miembros; eficacia en la obtención de objetivos que ellos
se fijen, etc. Todas ellas interacciones de diverso tipo y naturaleza donde la
comunicación efectiva constituye el núcleo del proceso grupal, en tanto y
cuanto determina el alto grado de productividad en el mismo. La comunicación
eficaz en los grupos es aquella que se da cuando sus miembros en su acción
comunicativa tienen conciencia de: qué es lo que quieren comunicar, a quién,
cómo, dónde, cuándo y por qué.
Esta perspectiva sistémica del grupo de clase sustenta y ratifica la
importancia contundente del estudio e intervención de la relación educativa o
pedagógica para generar y promover cambios actitudinales del profesor como
agente y interlocutor central en el diálogo pedagógico y productor de
escenarios (grupo de clase) facilitadores de aprendizajes significativos.
En la comunicación se deben tener en cuenta el aspecto verbal comprendiendo
la información y la manera de presentar la misma (lo que se dice) y también el
aspecto no verbal, (como se dice) la mímica, los gestos, son indicadores de un
estado emocional e índices de una intencionalidad. Las formas no verbales del
docente son descifradas espontáneamente por los alumnos en signos positivos,
negativos o neutros. Entre estas formas no verbales se tiene la mirada, la
sonrisa, el ritmo y tono de la voz, movimientos de cabeza que aprueban o
desaprueban.
El proceso de interrelación en el aula de
clase
La interacción es la influencia recíproca entre individuos dentro de un
grupo y de los grupos entre sí, verbal o no verbal, temporal o repetida según
cierta frecuencia, dentro de la cual el comportamiento, conductas, actitudes,
opiniones, etc. de uno de los interlocutores tiene una influencia sobre la de
otros y viceversa. Así en el grupo de clase el docente afecta a los alumnos y
estos a él, y el grupo a cada alumno y cada alumno al grupo. En el proceso de
interacción se dan una serie de subprocesos como son: Categorización del otro,
expectativas y convergencia de roles; proceso de adaptación interpersonal; el
funcionamiento o dinámica de las interacciones; las normas que rigen las
interacciones; la dependencia o interdependencia; conciencia sobre el
comportamiento de rol
En la interacción, cada uno busca situar al otro. Se ha visto como en
la relación educativa, el docente categoriza al alumno basándose en el
comportamiento o rendimiento escolar (alumno lento, distraído, poco atento,
flojo, etc.). El alumno por su parte atribuye al docente, algunas
características y de la preponderancia de rasgos de comportamiento que éste
manifiesta o ha manifestado respecto a él, infiere un tipo de relación social
que hay que prevenir o una conducta a seguir.
El alumno se sitúa ante cada profesor basándose en los comportamientos
de otros que le precedieron, generándose así un mapa de la relación con el
docente, luego en el transcurso del tiempo escolar va recogiendo signos. Así
según la trayectoria que adopta el educador para acercarse a él con el gesto,
la mirada, prevé la intención de éste con respecto a él.. A veces el alumno
posee percepciones fijas, elaboradas en el pasado, por las satisfacciones o
insatisfacciones que él ha obtenido en el transcurso de secuencias de
interacción en situaciones parecidas y reacciona a la defensiva esperando la
sanción.
El juego de anticipación sobre los demás, bajo la forma de
categorización puede ser desplazarse y convertirse en un juego de expectativas
de rol del interlocutor, entonces no es automáticamente estereotipado negativo.
Al contrario favorece la previsión de conducta, porque permite definir los
roles de cada interlocutor en el intercambio.
En la interacción existe una interdependencia de roles. Así al rol
preferencial del profesor corresponde uno complementario del alumno. Se
identifica fácilmente qué rol del alumno corresponde al otro del docente. Si el
docente es solo informador el alumno recibe y restituye la información Si el
docente quiere ser guía, espera que el alumno se haga cargo de la acción de
aprendizaje.
A la conducta dominadora del profesor, caracterizada por la rigidez,
por objetivos inmutables, por la negativa a admitir la contribución de los
demás, por la ignorancia voluntaria de sus deseos, de su experiencia, de sus
juicios para determinar objetivos que les conciernen, corresponden a conductas
no cooperativas, pasivas, distraídas, incluso agresivas en los alumnos. Por el
contrario que una conducta integrativa en el docente tendente a solicitar la
cooperación voluntaria del alumno, a descubrir con él, a respetarlo como
persona, induce a conductas activas en el alumno.
Según el tipo de organización funcional establecida por el docente,
según el grado de aceptación por el alumno del rol complementario que le es
propuesto o impuesto, es interdependencia de rol llega a ser efectiva o no. El
grupo de alumnos interviene aquí activamente, pueden aparecer divergencias
respecto a los roles respectivos por la percepción del rol del docente y de su
propio rol si esperan asumir roles diferentes de los que se les propone.
Según sea las relaciones entre los miembros de la clase y según sea el grado
de cohesión del grupo, pueden existir roles complementarios en su seno, en una
estructura en la que cada alumno se siente integrado, con un rol propio articulado
al de los demás. Todo esto depende de la actitud del profesor, si privilegia
los status escolares, provoca las discrepancias y bloquea toda posibilidad de
organización espontánea; *si favorece la emergencia de roles funcionales en
vista a objetivos, desencadena un proceso activo y de cooperación. Lo cual es
preciso que lo demuestre con sus actos, que juegue un juego limpio, que no
busque de una manera indirecta mantener las riendas, que no favorezca la
emergencia de "jefes" y que no utilice en su provecho la energía del grupo.
Proceso de adaptación interpersonal:
En toda interacción el mecanismo de adaptación de los sujetos es
recíproco: cada uno actúa, observa un comportamiento que él ha desencadenado y
es observado a su vez. La adaptación supone tener en cuenta las demandas de los
sujetos, sus necesidades, sus expectativas, las limitaciones específicas de la
situación.
En tal sentido cuando se analiza el proceso de secuencias en la
interacción en el diálogo educativo dentro de un grupo de clase, se muestra el
proceso de I adaptación interpersonal puesto en marcha o rechazado por el
docente. Generalmente en la comunicación
educativa, el docente guarda la posición central y detenta la iniciativa de la regulación de
los intercambios. Generando en los alumnos pasividad, temor a intervenir, etc.
Cuando el en realidad el alumno necesita indicios que le permitan evaluar su
éxito con relación a las demandas del docente, rectificar una respuesta
errónea, matizar una afirmación, estimar si puede continuar enunciando su
juicio personal, etc.
Dinámica de las interacciones
En la relación educativa el funcionamiento o dinámica de las
interacciones se interrumpe, se modifica o se refuerza según el modo como se
reciba e comportamiento de uno para con el otro interlocutor (profesor-alumno
viceversa) y según el tipo de emisión de conducta que desencadena.
En el análisis de la relación educativa es importante señalar los peligros
del empleo sistemático del refuerzo negativo en clase y examinar cómo e docente
condiciona muchas veces la conducta de los alumnos, hasta el punto de que no se
da cuenta que reacciona estereotipadamente ante ellos y que la vida singular de
la clase se le escapa. Entonces en el alumno aparecen también reacciones
aprendidas, repetidas, esperadas por el docente que se gratifica así mismo y
vive en una completa ilusión porque cree estar de a cuerdo con los alumnos
cuando en realidad no está de acuerdo más que consigo mismo.
En tal sentido la relación educativa aún vigente el docente controla 1¡
regulación de los intercambios, elimina modos de intervención de los alumnos
expresar opiniones o a equivocarse, por el empleo de los refuerzos negativo
sobre las conductas que él juzga ineficaces ("no, no es así como hay que
ha "es inútil", "es estúpido"; utilización de gestos de
burla, sarcasmo) y I refuerzos positivos sobre las conductas que él desea
("si, está bien", "tu, si que has comprendido"). Asimismo
no recoge de los alumnos información s los efectos de su comportamiento que
pondrían en cuestión su tipo de acción no retiene más que los que le son
favorables, a veces hasta el punto de apoya en un grupo de la clase e ignorar
al resto. Frente a esto los alumnos se adaptan y siguen el juego. Pues todo ser
humano necesita asegurarse qué puede prevenir en una situación social de su interlocutor,
así en la interacción educativa el alumno observa el comportamiento habitual
del profesor y extrae de él previsiones, tácticas adaptativas.
En la situación educativa el alumno llega a identificar y a
caracterizar a su profesor después de la fase de arranque y conoce los signos
verbales, no verbales, actitudinales, emocionales y está en situación de
descifrarlos. Elabora así puntos de referencia en los planos cognitivos y
afectivos que son comunes a los sujetos en relación o a los otros compañeros
del grupo. La consistencia de los comportamientos del profesor asegura al
alumno la reducción de incertidumbre. El alumno sabe, por experiencias
anteriores, que tal signo no verbal y/o actitudinal demanda un comportamiento
en tal o cual sentido y lo que debe esperar subsiguientemente.
El margen de variabilidad de ese conjunto de signos y de
comportamientos se estabiliza y se reducen y rigen el clima de la clase. Pues
el grupo evoluciona hacia una cierta estabilidad de estructura y de
funcionamiento de los intercambios, estableciéndose normas específicas dentro
del grupo que hacen previsibles las relaciones interpersonales y las conductas
de cada miembro dentro de él.
En esta configuración de la estructura y del funcionamiento del grupo
de clase juega papel importante las estrategias didácticas o instruccionales
utilizadas por el docente, así como sus formas de relacionarse con sus alumnos
y sus pautas comunicacionales verbales y no verbales.
Algunas normas de la interacción que
ayudarían al proceso de interacción
Las normas fijan en la clase, las modalidades funcionales de las
comunicaciones entre los miembros del grupo, los procedimientos de
intervención, de trabajo, la forma de participación de los alumnos, los modos
de expresar las opiniones y los sentimientos. Es decir las normas son pautas o
guías del comportamiento de los miembros del grupo.
Mientras que algunas normas formales provienen del contexto
institucional (ritmo, horarios) o cultural, las normas funcionales generalmente
son fijadas por el docente. El primer día establece de manera explícita las
normas de orden, de trabajo, determinando la conducta que cada alumno debe
tener en tal o cual situación o de una manera implícita, a menudo que
transcurre la vida escolar, demostrando por su comportamiento lo que está permitido
o tolerado en tal circunstancias. Otras normas se van imponiendo por la
naturaleza y tipo de interacciones que se van dando en la dinámica grupal por
la fuerza de la costumbre que pueden perfectamente modificar las normas
establecidas inicialmente por el docente.
En una pedagogía de grupo, las normas pueden ser fijadas por los mismos
miembros del grupo sobre todo en función del reparto y de articulación de roles
en una tarea especifica. Articulación que debe ser concebida con vistas a la
eficacia del trabajo en grupo, cuya eficacia en el cumplimiento del rol por
cada miembro se observará a través del proceso de desarrollo de la tarea. En
consecuencia se refuerza la función normativa de los alumnos, su acción para
concebir normas, para elaborarlas teniendo en cuenta los objetivos que ellos se
fijan y para definir la estructura del grupo apropiada para alcanzarlos.
Tipos de interacción
Interacción pseudo-contingente, en esta los participantes no
sincronizan sus discursos y a veces se superponen al discurso del otro.
"Interacción asimétricamente contingente, en esta el
comportamiento de uno de los participantes es plenamente contingente para el
otro, pero el comportamiento del segundo es sólo parcialmente contingente para
el primero. Ejem. En la entrevista estructurada, donde el entrevistado tiene
que responder a las preguntas, es decir las respuestas dependen de aquellas.
Por el contrario las preguntas del entrevistador no siempre dependen de las
réplicas del entrevistado, sino que siguen un esquema prefijado. Es frecuente
que los profesores se comporten de modo contingente asimétrico cuando
interrogan a los alumnos, donde las respuestas del alumno están relacionadas a
las preguntas del profesor, pero no todas las preguntas del profesor se
relacionan con las respuestas del alumno.
"Interacción verdadera y recíprocamente contingente, en esta cada
participante reacciona ante el otro y el comportamiento de cada uno está
determinado parcialmente por el otro.
En la interacción profesor-alumno la respuesta del alumno al profesor
está influida no sólo por el comportamiento y actitudes de éste, sino también
por las normas que rigen el contenido y forma del alumno, su personalidad,
necesidades, objetivos, percepciones o representaciones sobre el profesor. La
situación interaccional varía según como sea la estructura inherente a la
interacción, la cual concierne a la orientación recíproca de los participantes
y su conocimiento de cómo deben comportarse en la situación. Cuando la
estructura es baja, se advierte una gran confusión, inseguridad y ambigüedad
respecto a los roles de los participantes, los objetivos y la forma en que se
combinan sus actuaciones. Cuando la estructura es elevada, los participantes no
experimentan duda acerca de sus roles y de los objetivos de cada uno II dentro
de la interacción. Sus funciones están definidas con claridad por cada
participante de lo qué deben hacer, cuándo y por qué razón. Es este el caso en
I las interacciones profesor-alumno, donde la mayor parte de las veces la
estructura I es alta más que baja.
En este último tipo de interacción juega papel importante la llamada
"autopresentación" de los participantes de la interacción. Al
presentarse cada | uno de ellos, deliberada o indeliberadamente, se comporta de
acuerdo con lo que quiere expresar de sí mismo mediante palabras, ademanes y
gestos, es I decir se quiere producir una impresión determinada. En el profesor
se da con mucha recurrencia "el síndrome fachada" que es el
comportamiento que j asume para definir la situación ante el otro y mantener la
idealización de su rol, pero que, no corresponde con su experiencia subjetiva.
En tal caso, existe el profesor que desea mantener "la fachada de
experto", el cual se ve forzado a ocultar cualquier comportamiento que
discrepe con esa fachada, así en caso de cometer un error que advierten los
alumnos, trata de conservar la fachada utilizando tácticas verbales dilatorias
o que desvían la intención critica de los alumnos: "celebro que descubran
el error, lo incluí para saber si están despiertos" o "buena
pregunta, la discutiremos la semana que viene" o "las preguntas al
final" etc.
Es importante señalar que dentro de la interacción profesor-alumno debe
privar la autenticidad, la genuinidad, que se convierte- como muy acertadamente
lo afirmaba Cari Rogers (1980)- en una de las cualidades esenciales para
facilitar aprendizaje, junto al aprecio, la comprensión y la empatia. Debe
actuar en el salón de clases teniendo conciencia de su presencia en el aquí y
el ahora, siendo "lo que es" como el excelente actor.
Así transpolando la máxima de Stanislavski para el actor profesional,
es posible recomendar al profesor:
"...lo mejor que puede ocurrir es que el actor se deje arrastrar
completamente por lo que representa... vive el papel, sin pensar lo que
experimenta, sin pensar lo que hace y realiza todos los movimientos
armónicamente, de modo intuitivo.." (Stanislavki, 1967, c.p. Hargreaves,
1986).
Hacia un nuevo salón de clase participativo
Existe
un nuevo planteamiento pedagógico en cuanto a la interacción en el aula, Mata G
(2002: 226) menciona el Salón Colaborativo el cual en lo particular se define
como un aula participativa e interactiva entre el sujeto que aprende, el
mediador, los recursos y su entorno o medio ambiente.
El
"Salón de Clase Colaborativo" presenta cuatro elementos
característicos:
-
Distribución equitativa del
conocimiento entre el mediador y sus participantes
-
Autoridad compartida entre el mediador y los
participantes.
-
El Maestro como Mediador.
-
Agrupación heterogénea de los
participantes.
Es
por todos conocido que en un salón de clase tradicional, dogmático y
escolástico, la acción del maestro es dar información, el conocimiento fluye de
él para los estudiantes; en cambio en el salón de clases con la nueva
concepción colaborativa, el conocimiento es compartido entre todos. El mediador
tiene un conocimiento sobre contenidos, habilidades, destrezas y sobre
estrategias de instrucción; así como también está en capacidad de proveer de
información a sus participantes. Sin embargo, los maestros colaborativos,
mediadores del aprendizaje, también valoran y edifican sobre el conocimiento,
sus experiencias personales, lenguaje, estrategias y cultura, utilizando para
ello lo que los participantes presentan ante la situación de aprendizaje. Es
decir, se produce una nueva concepción sobre la temática que se discute. Por
ejemplo, cuando se discute la importancia de los insectos comedores de plantas.
Algunos estudiantes y quizás pocos mediadores podrían tener conocimiento y
experiencia directa sobre el particular. Entonces, aquellos estudiantes con
experiencia sobre ese tipo de insectos, se les concede la oportunidad de
exponerlas y así enriquecen al grupo con ellas. Tales participantes al percibir
que sus intervenciones son bien recibidas y valoradas; se incentivan, se
incrementa su motivación al logro para recibir y percibir otras concepciones y
de esa manera se refuerza su conocimiento mediante la conexión entre lo que
conocían y lo que han incorporado,"fruto de la discusión con sus compañeros
de clase. Ellos sé repotencian y sirven de incentivadores para otros. Ese mismo
fenómeno se da cuando es invitado un miembro de la comunidad a presentar sus
experiencias en determinado tópico. Por otra parte, situaciones donde se
plantean casos más complejos, tales como el hambre mundial; sirven de estímulo
para lograr múltiples ideas sobre las causas, implicaciones y soluciones
potenciales.
En
un salón de clases colaborativo, el mediador comparte la autoridad con sus
participantes en diferentes maneras. En el salón de clases tradicional, el
maestro es responsable por el establecimiento de los objetivos, contenidos,
diseña las estrategias de instrucción y los pasos de aprendizaje; así como
también realiza la evaluación unidireccional.
Por
lo que un salón de clases colaborativo incluye a la comunidad. Dentro del
salón, los participantes se organizan en grupos heterogéneos, con roles
diferentes, en su grupo; tales como, el Líder, el Relator, el Secretario,
Moderador y el Incentivador. También puede anexarse personalidades de la
comunidad.
El profesor como mediador en el proceso enseñanza-aprendizaje:
El
Mediador en un salón de clase colaborativo difiere completamente sobre aquel.
El Mediador invita a sus participantes a discutir los objetivos, contenidos,
actividades y estrategias que se han de implementar. De manera tal, que cada
participante tiene la oportunidad de expresar sus consideraciones y sugerencias
sobre los tópicos, que le permite incluir sus particulares intereses; además,
puede emitir opinión sobre el logro de su aprendizaje a través de la
autoevaluación y la coevaluación. El Mediador, quien se define como un maestro
colaborador, promueve en sus participantes el uso de sus propias experiencias,
los incentiva a compartir el conocimiento y sus estrategias de aprendizaje;
bajo la premisa de una gran motivación al logro. En ese orden de ¡deas, El
Mediador ayuda a sus participantes a oír diversas opiniones, sustentar su
conocimiento con evidencias, los incentiva a expresar sus críticas y
pensamiento creativo.
El
docente como mediador es definido de la siguiente forma Dado que el conocimiento y
autoridad es compartido entre los maestros y estudiantes, el rol del maestro
está sumamente incrementado como mediador del aprendizaje. Por lo que este Organiza
los estímulos a ser presentados en la clase.
El
Mediador se define en su rol como facilitando, modelando y orientando. Ciertos
maestros se identifican con ese rol, según las circunstancias; pero lo
importante es tener en cuenta que el Mediador debe: Actuar e implementar sus
estrategias de instrucción en un aula colaborativa y Tener propósitos específicos en un contexto
colaborativo.
Características del docente mediador
-Promueve la participación de los
estudiantes
-
Evita el diálogo conflictivo profesor-alumno
- Estimula la reflexión y el razonamiento a
través de la diversidad de preguntas idóneas y acertadas
- Redirige la participación
- Pide clarificación de ideas
- Pide extensión de las ideas
- Procesa y sintetiza la información
producida por los alumnos
.- Promueve el aprendizaje cooperativo a
través del intercambio y producción de ideas en equipos de trabajo
.-Sigue de cerca el proceso de aprendizaje
del alumno (su progreso, estancamiento o deficiencia)
- Proporciona retroalimentación positiva o
correctiva oportuna sobre el rendimiento al alumno.
- Reconoce explícitamente el esfuerzo y la
producción escolar del alumno (elogio o refuerzo positivo) así como penaliza y
confronta asertivamente el bajo esfuerzo y la ausencia o deficiente producción
escolar del alumno.
- Logra transmitir los aprendizajes
dándoles sentido, significado y pertinencia dentro del currículo escolar que
permitan ser valorados por el alumno en su proceso de formación profesional.
.- Promueve el metaconocimiento y la
transferencia del mismo a otros contextos.
Además,
el Mediador debe organizar los materiales y recursos que permitan su
utilización por parte del grupo; tratando que los equipos y recursos tengan la
pertenencia según los objetivos instruccionales; así como también, promover
diferentes tipos de actividades proclives al logro de esos objetivos. En ese
sentido se recomienda el uso de recursos que sean conocidos por los
participantes y tópicos que tengan importancia para la comunidad
En
consecuencia, la transformación y mejoramiento de las condiciones del
funcionamiento de la relación pedagógica revisando y modificando
cualitativamente las interacciones sociales promovidas o inducidas por el
profesor en clase, se convierten, hoy, en una área de intervención prioritaria,
esencial y de impactos virtuosos múltiples en la calidad de la educación en
tanto y cuanto juegan un papel importante en la construcción de saberes y
aprendizajes significativos y son un motor de la actividad cognitiva,
procedimental y actitudinal de los alumnos.
Por
tal motivo para que haya un proceso de adaptación interpersonal eficaz en la
interacción profesor-alumno en tanto que supone tener en cuenta las demandas de
los sujetos, sus necesidades, sus expectativas, las limitaciones específicas de
la situación, hay una serie de acciones, pautas comunicacionales o
intervenciones del docente que contribuyen a esto. Entre ellas tenemos el
parafraseo o reformulación y el feed back o retroacción. La reformulación o parafraseo consiste en retomar lo que acaba
de decir el alumno, reflejar su pensamiento de otra manera y efectuar la
síntesis de los aportes que provienen de varios alumnos. Este procedimiento o
intervención sirve para controlar las distancias entre la emisión y la
recepción, emplea la repetición inmediata o diferida y la transposición de la
información para resolver cualquier ejercicio. Asimismo valida y confirma al
alumno que interviene para expresar sus opiniones, convirtiéndose en
aprendizaje vicario dentro del grupo. El significado de la reformulación depende
de su objetivo tal y como es percibido por los alumnos, unas veces subraya la
información importante, otras es una invitación a seguir la investigación,
otras, invitación a los alumnos expresarse para confirmar o contradecir lo
reformulado.
El
feed back o retroacción es responder oportunamente a una acción del estudiante,
darle información sobre su comportamiento escolar o sobre su intervención en
clase, o sobre su estado de ánimo, utilizando una comunicación congruente a
nivel verbal y no verbal, firme, amable y respetuosa, ya sea de valencia
positiva o negativa, para contradecir una información erróneamente planteada o
reconfirmar algo acertado. Pues la percepción de sí por el otro, cuando es
restituida, explicitada, permite comprender mejor el mecanismo de causas
efectos en la relación y remediar las dificultades existentes. Además que
valida y reconfirma al alumno ante el profesor quien es su otro significativo e
importante a nivel intelectual y humano en el proceso de formación.
Partiendo
de lo antes dicho se puede buscar una información recíproca para evaluar los
efectos de su acción de información y comportamiento y chequear si su mensaje
ha sido recibido como él desea. Esto lo puede hacer verbalmente cuando se trata
de la información o conocimiento discutido o dado en clase o a través de un
cuestionario a sus alumnos para retroalimentar sus actitudes, habilidades y
comportamientos en el aula. Esto llevaría a conocer al docente la percepción
que los alumnos tienen de él, sirviendo para mejorar la relación educativa
Estudiante y participante en la pedagogía
de hoy
Los estudiantes asumen un nuevo rol en un salón de clases
colaborativo. El rol más importante es el colaborador y participante activo. Es
interesante pensar cómo esos nuevos roles inciden en los procesos y actividades
que ellos ejecutan antes, en y después del aprendizaje. Por ejemplo, antes los
estudiantes seleccionan los objetivos y planifican las tareas de aprendizaje;
evalúan sus ejecuciones y planifican para futuros aprendizajes. Como Mediador,
el maestro los ayuda a cumplir con sus nuevos roles.
Los
estudiantes se preparan para el aprendizaje de diferentes formas. Es muy
importante la selección de objetivos, es un procedimiento crítico que los
orienta antes, durante y después de las actividades de aprendizaje. Sin
embargo, algunos maestros aún seleccionan los objetivos para sus estudiantes,
presentándoles varias alternativas
Conclusión
Se
puede, para concluir, afirmar que una reorganización en profundidad del sistema
educativo pasa por sincerar y redefinir la función del educador. Ya que una
relación educativa fructífera está fundada en la confianza que el alumno tiene
en el que le conduce hacia su inserción en el mundo social y sobre la
implicación personal de dos interlocutores en un proceso de descubrimiento.
Por
lo tanto el diálogo educativo se
presenta a partir del encuentro de sujetos que interactúan mutuamente para la
búsqueda de conocimiento, que saben intervenir para aportar su contribución y
hacer silencio oportunamente para conseguir un fin. Este diálogo tiene carácter
asimétrico por las pocisiones y roles que desempeñan cada uno de los actantes
en su situación determinada por lo que el diálogo educativo es inherente a la situación, él educador
necesita centrarse en el alumno, aceptando lasa limitaciones del mismo y de su
propia situación. Este va a mostrar el camino, después deja actuar al alumno
ante él.
Por
todo lo antes expuesto ser debe hacer énfasis en el rol del mediador cuando
este pone de manifiesto su papel como
docente guiado por su intencionalidad, cultura y emocionalidad,
organizando los estímulos en los participantes mostrando y
fortaleciendo en ellos un aprendizaje significativo; es decir, los ubica en el
contexto del alumno y los hace trascender del aquí y del ahora, hacia el futuro
y hacia el contexto de la vida, e incluso, hace perceptibles aquellos estímulos
que, en un momento dado, pudieran pasar inadvertidos por el participante.
Se
puede afirmar que el "mediador" es un ser humano que educe el esfuerzo
del aprendiz. Imprime tal significado y trascendencia a la experiencia del
aprendizaje y que despierta en el alumno la necesidad y el interés suficiente
para poner en funcionamiento su potencial cerebral y asimilar y acomodar la
experiencia de aprendizaje.
Por
esta razón es importante el reconocimiento del importante papel que tiene la
mediación en la modificación de la estructura cognoscitiva (Feuerstein, 1980)
da un nuevo significado al docente quien, desde este punto de vista, se
convierte en mediador que debe diseñar experiencias y propiciar las condiciones
para inducir la modificación de la estructura cognoscitiva de sus alumnos en
términos de crecimiento [apertura, reflexión, curiosidad), Esto les ayudará a
enfrentar el proceso de aprendizaje y la interacción directa con los estímulos
del medio con mayores probabilidades de éxito.
Según
los lineamientos actuales, frente a las exigencias del desempeño del nuevo Rol
del Docente y de los problemas que presenta la formación actual, el objetivo
central a lograr debe ser “ La
construcción y el fortalecimiento de la capacidad de decisión de los docentes
en el marco de un nuevo modelo Institucional en el cual ejerzan su rol en
interacción con los demás agentes del proceso educativo y asuman la corresponsabilidad
de la elaboración y aplicación de los objetivos donde la prioridad se establece
en el estudiante, que es un participante activo y que mantiene una interacción
participativa y comunicacional en el aula de clase.
Ya
para culminar se puede decir que la comunicación efectiva o con inteligencia
emocional en la relación pedagógica, dentro de la cual el profesor guarda una
posición directiva más no autoritaria permite
intercambios en la interacción en el aula, en tanto mediador en el
proceso enseñanza-aprendizaje, por cuanto posee el rol fundamental que induce o
facilita descubrir y compartir la construcción, la significación y la
aplicación en la acción de los saberes y el conocimiento que hace a los alumnos
o participantes ,actantes participativos y proactivos en el salón de clase.
Haciendo del proceso educativo un acto significativo y vivencial grato para
todos los actores de este ámbito.
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